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Pilates y artritis: movimiento para aliviar el dolor


Pilates y artritis: movimiento para aliviar el dolor

Según datos del Colegio Mexicano de Reumatología, la artritis reumatoide afecta aproximadamente al 1.6% de la población en México, posicionando al país entre los de mayor prevalencia en el mundo.


La más común es la osteoartritis, que ocurre cuando el cartílago articular se desgasta. Este cartílago actúa como un amortiguador, y cuando se deteriora, los huesos comienzan a rozar entre sí, causando inflamación, dolor y dificultad en el movimiento. Con el tiempo, estas molestias pueden afectar la capacidad para realizar actividades cotidianas.


Pilates y artritis: movimiento para aliviar el dolor

Aunque pueda parecer contrario a la lógica, mantenerse en movimiento es una de las mejores formas de reducir las molestias ocasionadas por la artritis. La expresión “úsalo o piérdelo” aplica perfectamente en este caso. La actividad física contribuye a reducir la rigidez en las articulaciones, al igual que el aceite mantiene funcionando un motor sin fricción excesiva. Además, el ejercicio tiene un impacto positivo en el bienestar emocional, favoreciendo la confianza y mejorando el estado de ánimo. El CDC recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana para quienes padecen artritis, lo cual puede parecer un reto, pero dividirlo en sesiones cortas a lo largo del día facilita el proceso.

Para evitar que el dolor empeore, es clave elegir el tipo de ejercicio adecuado. En el caso de la osteoartritis y otras formas de artritis, los movimientos de alto impacto pueden ser perjudiciales, por lo que es mejor optar por ejercicios de bajo impacto que ayuden a mantener la movilidad articular, mejorar la circulación y fortalecer la musculatura que sostiene las articulaciones.


¿Por qué Pilates es una gran opción para personas con artritis?

Pilates es una alternativa ideal porque fortalece el centro del cuerpo, lo que mejora el equilibrio y facilita el movimiento en el día a día. También favorece la flexibilidad de la columna, algo clave para realizar tareas cotidianas como manejar o alcanzar objetos en estantes altos. Además, ayuda a mantener o recuperar el rango de movimiento de las articulaciones, lo que es fundamental para quienes padecen artritis.

Los ejercicios pueden realizarse en tapete o en equipos diseñados para trabajar con resistencia controlada. Movimientos como el Footwork o Leg Circles en el Reformer, así como los ejercicios con resortes en el Cadillac, fortalecen la musculatura de las piernas sin generar impacto en las articulaciones. De la misma manera, los ejercicios de brazos y movimientos como el Push Through y Roll Back en la Torre o Cadillac fortalecen los músculos que rodean los hombros, promoviendo una movilidad más eficiente y sin tensiones.


Mujer adulta haciendo pilates

Cómo empezar Pilates si tienes artritis

Antes de iniciar cualquier actividad física, es recomendable consultar con un médico. Una vez obtenida la aprobación, lo ideal es buscar un instructor con experiencia en artritis que pueda guiar el proceso. Las sesiones personalizadas pueden ser una excelente opción para aprender modificaciones antes de integrarse a clases grupales o entrenamientos en línea. La clave está en avanzar con paciencia, evitando forzar el cuerpo y enfocándose en la constancia para obtener mejores resultados.


Adaptaciones en Pilates para artritis

En una clase grupal, es útil informar al instructor sobre cualquier molestia o limitación para que pueda sugerir ajustes. Algunos ejercicios pueden necesitar adaptaciones, por ejemplo, si hay molestias en las rodillas, es preferible evitar flexiones profundas, como sentarse sobre los talones. En su lugar, se puede colocar una toalla enrollada detrás de las rodillas o buscar una postura alternativa para estirar la espalda baja. Un instructor experimentado podrá ofrecer opciones adecuadas durante la sesión.

Preparar el cuerpo antes del ejercicio también puede hacer que el movimiento sea más cómodo. Caminar unos minutos o tomar un baño caliente antes de la sesión puede ayudar a reducir la rigidez. Lo más importante es prestar atención a las señales del cuerpo, hacer pausas si es necesario y evitar movimientos que generen dolor.

Es normal sentir algo de incomodidad al inicio, pero con el tiempo, la movilidad mejora y las molestias disminuyen. Si el malestar persiste o se intensifica, lo mejor es revisar la rutina con un profesional para encontrar una forma de ejercitarse que sea más adecuada para el cuerpo y sus necesidades.


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¡Nos vemos en el estudio!


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